PANEL CENTRAL

“YO ME ENOJO, TU TE ENOJAS, NOSOTROS NOS ENOJAMOS”
Lic. Andrés Sánchez Bodas - Lic. Claudia Ramognino - Clr. Enrique Berni -
Prof. Dr. Luís María Etcheverry, Dr. Enrique Suarez y Lic. Juan Pablo Favero.


Andrés Sánchez Bodas: Lic. en psicología. Profesor en varias Universidades. Introductor del Counseling en Argentina (1987). Creador del plan de estudios de la carrera de Counseling. Director general de la Primera Escuela de Counseling en Argentina: Holos San Isidro y del Centro para el Desarrollo Humano: Epogé. Escritor de varios libros sobre la especialidad, y representante de la disciplina en congresos y eventos internacionales.


Claudia Ramognino: Lic. en Psicología; Prof. de enseñanza primaria, Magister en Psiconeuroinmunoendocrinología. Coordino el Departamento Asistencial de la Asociación Argentina de Sicodrama y Sicoterapia de Grupo. Integó la Comisión Directiva de la Asociación Argentina de Sicodrama y Sicoterapia de Grupo. Fué Secretaria de Publicaciones y Biblioteca de la Asociación Argentina de Psiconeuroinmunoendocrinología. Integró el Equipo de Investigación sobre: Psicofisiología del Estrés: Proyecto PS-019. Facultad de Psicología. UBA. Integrante del Equipo Docente del Instituto HOLOS. Carrera de Consultoría Psicológica.


Enrique Berni: Counserlor y Consultor Filosófico, se desempeña actualmente como Coordinador de la Carrera de Counseling en Holos San Isidro en el Turno Vespertino. Ha dictado cursos de perfeccionamiento en Counseling en diversos institutos del interior del país, participado como expositor en Congresos Internacionales de Counseling y jornadas de Counseling y actualmente coordina grupos de Trabajo Interior y Desarrollo Personal. Atiende consultas individuales de Counseling en forma particular y en Epogé, Servicios de Counseling. Ha escrito artículos sobre Counseling en revistas de la especialidad. Es miembro del Staff de la NBCC Argentina. Desde hace varios años, junto con Andrés Sánchez Bodas, dicta cursos de Profundización en el Enfoque Centrado en la Persona, donde su aporte principal son más de 30 años de estudio y práctica en las Enseñanzas Espirituales de Oriente (Hinduismo, Taoísmo, Sufismo y Budismo en sus distintas corrientes).


Luís María Etcheverry: es Profesor y Doctor en Filosofía (USAL). Ha sido premiado y editado en el ámbito de la literatura bajo la modalidad de poesía y cuento. Profesor en distintas instituciones terciarias y universitarias: de Problemática Contemporánea en la Universidad Nacional de San Martín, de Textos literarios II y de Estética, Psico-socio-lingüística en la USAL. En Ética en el Profesorado Don Bosco. En varias asignaturas de la carrera de Counseling: Filosofía, Antropología filosófica y Ética. Ha sido becado por el Gobierno de la Comunidad Autónoma Vasca, el Intercambio Cultural Latinoamericano-Alemán, la Universidad de Eichstätt-Ingolstadt (Alemania) y la Academia Nacional de Ciencias. Cuenta con publicaciones nacionales e internacionales en filosofía y literatura: Introducción a la Filosofía, Introducción a la Antropología Filosófica, Ética y deontología profesional, El oro velado (cuentos), Cuentos y poemas en Antologías de la SADE, Olga Orozco: Territorios de fuego (en colab. U. de Sevilla) y Un nuevo pensamiento para un nuevo milenio (en colab., U. del Salvador)


Enrique Suárez: medico especialista consultor en psiquiatría y psicologia médica.
Médico psiquiatra, legista y cirujano.
Autor de numerosos artículos para diarios y revistas y de los libros: “vivir sin miedo guía practica para superar el pánico, fobias y ansiedad” (2005) Y “vencer el miedo-historias reales (2009).


Juan Pablo Favero
Licenciado en Psicología. (Master of Science in Counseling Psychology, Palm Beach Atlantic University, 1997)
Instructor de psicología y psicología deportiva en Missouri Baptist University (1999-2003), Newberry College (2003-2008), y en Georgia College & State University (2008-2010).
Técnico de fútbol en cuatro universidades Americanas trabajando con ambos sexos desde 1994 hasta el 2010.
Consultor de Psicología aplicada al deporte con varios equipos atléticos, técnicos, atletas, asociaciones deportivas y empresas en EE.UU.
Publicaciones: “Fortaleza Mental para técnicos y jugadores”, APDA 2009, Journal of Sports Leadership 2010
“Perfil de Liderazgo” , Journal of the NSCAA 2010.


SOBRE EL ENOJO
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Por el Lic. Andrés Sánchez Bodas
Director de Holos San Isidro y Epogé.


Vivimos un momento de la humanidad en general y de nuestro país en particular donde se percibe el enojo en “el ambiente”, y en el “medio ambiente” cuando la naturaleza nos parece enojada con sus “reacciones” a través de inundaciones y cataclismos de variada índole.
Se habla de el enojo en “las calles”, en las relaciones de pareja, en la familias ( entre hermanos, padres e hijos), en las empresas y organizaciones, con los que tienen el poder, o compiten por tenerlo en las distintas áreas de las mismas, con los gobiernos y su oposición, entre socios, entre compañeros de equipos deportivos etc etc.
Es evidente que este termino esta en nuestra experiencia cotidiana.
Revela la injusticia, la respuesta a una vivencia de opresión, a la expresión de frustraciones y de conductas o situaciones que impiden el desarrollo de un deseo.
Sabemos que es una vivencia que deviene de nuestro ser mamífero, en tanto respuesta del cerebro límbico o medio, por lo tanto común a todas las especies que lo poseen.
Sabemos que cuando nos “inunda” nuestra conductas son alteradas, y cuando alguien se enoja con nosotros nos produce como mínimo una sensación de temor, que en algunos casos nos paraliza, en otros nos impulsa a una respuesta también enojosa, y en otras, las mejores, a un espacio que puede abrirse a la reflexión y el trabajo para resolver la causa del mismo.
El diccionario nos dice que la palabra enojo significa: “en odio”, o “en ira”, y para esta ocasión tomo la definición de David Mace: “Es un sentimiento de oposición contra una persona o un objeto, que viene acompañado del deseo de eliminar causa”.
En algunos textos se lo considera una emoción y en otros un sentimiento, tomando a la primera como la expresión espontánea del organismo ante la vivencia de amenaza, siendo una expresión de defensa, y a la segunda más propia de los humanos ya implica una lectura de significado del hecho que nos enoja.
Si pienso desde la primera (una emoción) me digo que es más propia de los animales que reaccionan primariamente ante aquello que sienten como obstáculo, privación o amenaza para sus intereses vitales, y su respuesta es automática utilizando los recursos genéticos de su especie, por ejemplo: un caballo da patadas con sus patas traseras, un perro muerde, un gato araña.
Los seres humanos, poseedores de cerebro superior o neocortex, atravesamos las emociones con los significados y las convertimos en sentimientos. Es posible que a veces en circunstancias extremas no hagamos este proceso, quizás a ello se refieran los abogados cuando dicen que alguien actuó por emoción violenta, sin embargo es lo menos habitual, en general cuando nos enojamos lo hacemos desde los sentimientos, por ello adopté la definición del citado David Mace. También lo hago, porque solo desde esta lectura es que podemos hacer algo con las vivencias de enojo, y digo hacer algo en el sentido de resignificarlas, trabajarlas, aprovecharlas para modificar las circunstancias que lo provocan, mejorando nuestras relaciones interpersonales.
Los enojos no trabajados se instalan en los vínculos, producen resentimientos, relaciones de circulo vicioso que corroen como el oxido a las personas enojadas.
Los enojos trabajados pueden revertirse en círculos virtuosos que eliminen la causa y generen armonía vincular.
Los enojos no trabajados son aquellos que se repiten, sea que se niegan o no se expresan y hacen daño al portador, o por el contrario emergen con “furia” eliminando cualquier respuesta positiva en tanto el enojado “furioso” altera su percepción y no escucha, y el que recibe el enojo queda impotente porque haga lo que haga, diga lo que diga, el otro continua o aumenta su vivencia enojosa.
Si se da lo primero, la represión o no expresión del enojo, y si esto es habitual como conducta, la noción de si mismo se ve alterada en tanto se disocia del organismo que porta la vivencia, en esta disociación se propende a la enfermedad orgánica y la mental.
Si se da lo segundo, la expresión abierta y sin control, se logra la descarga, pero solo eso, entonces no se resuelve la causa, sea cual fuera esta, sea válida en el sentido de que el enojo es causado por una mala intención, o mal comportamiento de la otra parte, o sea invalida, es decir por una mala captación perceptual del enojado acerca de una acción del otro. En ambos casos la causa sigue abierta, no se puede resolver y anula cualquier posibilidad de encuentro positivo paras ambos. Más aún, no se posibilita delucidar la validez o no del mismo, y cuando digo validez no me refiero a quien tiene o no razón, sino al sentido de lo que esta en juego.
Es por ello que se habla de enojos buenos y de enojos malos, siendo los primeros aquellos que independientemente de si son validos o no en su razón o verdad, se expresan dando cabida y escucha al otro en sus acciones de respuesta, y los segundos cuando obturan toda posibilidad de reacción positiva.

¿Es entonces bueno enojarse?:

- Primero es bueno saber que es inevitable en tanto seres vivos que tenemos intenciones, deseos y necesidades y que muchas veces las circunstancias (otras personas o hechos) los dificultan o impiden, y que ante ello una respuesta posible es el enojo como manifestación de frustración y defensa frente a ella.

Manifestación en el sentido de un hacer algo “enojoso” ante el objeto o hecho (romperlo, patearlo, tirarlo), o de una acción verbal o gestual ante la persona que nos produce enojo.

- Segundo es también muy bueno saber que hace bien “darse cuenta” de esa vivencia y hace bien expresarla, sino se retiene y se vuelve contra si mismo.

¿Y cuando hace mal?

- Cuando como dije cuando uno no se da cuenta, es decir impide su percepción, y por lo tanto su expresión.

- Cuando se expresa de manera irascible (ira) y solo rompe, sea un objeto o una relación interpersonal de la índole que sea.

Los que nos dedicamos a las relaciones de ayuda, seamos Counselors, Psicoanalistas, o Psicoterapeutas, estamos en permanente contacto con esta vivencia y sus expresiones.
Los consultantes o pacientes muchas veces vienen enojados consigo mismos o con alguien afectivamente ligados a ellos, y el hecho de que estén en procesos de ayuda favorece su trabajo en tanto se generan espacios de reflexión y resolución, y diría más, bienvenidos esos enojos porque abren el juego al trabajo profundo con la persona afectada. En tratamientos de pareja es lo más habitual, diría inevitable en tanto se confrontan modos de ver la relación que si han pedido ayuda es porque lo están viviendo en idiomas preceptúales diferentes, o porque una de las partes esta enojada por algo que el otro u otra, dice, siente o percibe, que le ha hecho. Algo similar pasa en el trabajo con familias, y en ambos casos es la puerta de entrada a la resolución de una u otra manera del conflicto por el cual se consulta.
El tema pasa por aquellos que no consultan, es por ello importante hacer prevención en el sentido de informar que es una vivencia normal y hasta adecuada si se tramita y aprovecha hacia la reflexión compartida, y es inadecuada y “enfermante” si se la deja libre sea en la expresión irascible y violenta (sea verbal o física), o si se la reprime.
Si usted o sus vínculos están empañándose por el enojo le sugiero que consulte antes que se transforme en resentimiento para consigo mismo, desde quien sea hacia usted, o de usted a quien sea.
Como nos enseñó Aristóteles el sabio camino esta en el justo medio, y muchas veces se esta invadido por esa emoción o sentimiento y no se puede pensar para lograrlo.
Les tiro una pista, que quizás pueda ayudar a una u otra parte del sistema enojado:

- Toda conducta, toda acción humana, de una persona, es en principio para sobrevivir, lo que implica que sea lo que sea que haga el otro lo hace desde el sentido de seguir vivo.

- Toda conducta, aún la que parezca mas dañina es realizada por alguien que en el instante que la hace cree que esta bien, sea para si mismo o los demás.

- Toda conducta puede ser revisada a posteriori y desde la reflexión puede que se de cuenta de su error, o de la incorrección de lo hecho, pero cuando la hizo pensó y sintió que era correcto (sea por lo que fuera).


Es por ello que si nos empeñamos solo en juzgar sin escuchar empáticamente al otro no es posible resolver ni la situación o conducta que nos produce enojo, ni acompañar productivamente el enojo del otro desde la comprensión de la justicia de su vivencia.
Esto no refiere a aprobar cualquier cosa que haga otro que nos implica, sino a que por lo menos intentar ponerse en su lugar aceptando su experiencia interna, aunque luego nuestra acción sea reprobar lo que ha hecho o manifiesta.
Del enojo solo se sale aceptándolo como experiencia válida, reflexionando a partir de allí y buscando eliminar su causa.